26 de diciembre de 2019
En la isla Ebeye, en el archipiélago de las Islas Marshall de la Polinesia, viven cerca de 15.000 habitantes en apenas un kilómetro cuadrado, en casas precarias, con sistemas sanitarios colapsados, con basurales a cielo abierto y problemas de todo tipo, aunque rodeados de un magnifico océano con barreras de corales. Bajo domino alemán y japonés, la isla fue ocupada por Estados Unidos en 1944. En los años 50 y 60 los atolones Bikini y Eneawetak fueron el centro de ensayos nucleares, y toda su población fue relocalizada en Ebeye, donde llegaron además migrantes de islas cercanas. 1.000 personas trabajan de forma directa en una base militar de Estados Unidos, mientras que el resto está desocupada. Como si esto fuese poco, además Ebeye se está hundiendo. El crecimiento del nivel del mar, por el calentamiento global, la condena en unas décadas a quedar sumergida bajo el agua. Lejos del paraíso que fue alguna vez, Ebeye es un incómodo retrato de un mundo que nadie quiere ver.