13 de noviembre de 2019
Mujeres indígenas plasmaron una ceremonia de sahumado y requirieron a la Pachamama energías para emprender el compromiso. Fue el sábado 9 de noviembre, sobre la tierra arrasada por un atentado incendiario en la sede de la APDH-La Matanza, en la localidad bonaerense de San Justo. Allí, decenas de organizaciones populares y vecinos rodearon al histórico organismo de derechos humanos en un abrazo solidario. Iniciaban así la reconstrucción, porque «renace más fuerte lo que se ha quemado», según indicó su referente, Pablo Pimentel. Dos casillas, a las que víctimas de violencia estatales concurrían en busca de respuestas, fueron consumidas por las llamas. Este no fue el primer acto terrorista que sufrió la APDH. Una balacera de fusiles FAL descargada sobre su sede, seguimientos ostensibles para meter miedo, pintadas difamatorias sobre Pimentel y la amenaza con una 9 milímetros a la cabeza de una hija del dirigente son algunos de los actos que lo precedieron.