13 de noviembre de 2019
(Pablo Blasberg)
¡Al fin! ¡Por fin! ¡Aleluya! ¡Iupi! Gracias a todos los santos y a nuestra paciencia llegaron las elecciones. Finalmente, tenemos presidente nuevo y se terminaron las campañas.
Que tenemos un presidente nuevo no hay dudas, se llama Fernández, es abogado y, por su historia, conoce todos los botones del despacho que va a ocupar en la Rosada. Que se terminaron las campañas… eso ya es un poco más dudoso, dado que una de nuestras características es que las campañas no se terminan nunca, duran eternamente. Acabamos de votar y algunos ya están especulando con el 2021 y otros, más pretenciosos, en las presidenciales de 2023. A esto súmensele las internas, como ahora en Cambiemos, por ver quién comandará la oposición y se enterará cómo se sacan los ojos, porque el que rosca primero rosca dos veces.
Lo cierto es que de estas elecciones quedaron varios temas dignos de análisis. a) La derecha descubrió que los gerontes son proclives a votarlos; en consecuencia, ese domingo vaciaron geriátricos y arriaron con los abuelos y sus sillas de ruedas o andadores y los llevaron a votar. Para estos ancianos, más allá de lo político, poder meter algo en la ranura siempre es un motivo de alegría y esto seguramente les hará bien… aunque si hubiera ganado el Macri al que votaban, la jubilación se las pagaría en bonos a 20 años. b) Que cuando el peronismo, con todo su ancho de banda, se junta, desde los gordos hasta la Cámpora, todos debajo del mismo paraguas, no hay con qué darle. c) Que mucha gente no vota a favor de algo, sino en contra de algo. Mientras muchos votaron contra Cristina, a la que odian intensamente, entre otras cosas por ser mujer inteligente y exitosa, otros votaron, con mucha bronca, contra los dueños de la economía y responsables de que muchos de ellos quedaran con el tujes mirando al sudeste.
Los hay que en vez de una lectura política de los resultados pretenden instalar una lectura marketinera, y así aparece una campaña por la cual los que ganaron holgadamente y en primera vuelta deben estar tristes, y los que perdieron, porque no pudieron y no dieron vuelta nada, deben estar felices y contentos. Tristes pese a ganar y contentos pese a perder. Confieso que estas cosas de la posmodernidad, de la posverdad y de la posboletaenlaurna me ponen de la cabeza. Pero, como dijimos, esto es parte de la nueva campaña que se lanzó antes de que Fernández-Fernández asuman en diciembre. Una campaña que encabeza el oficialismo que, al mismo tiempo, oficia de oposición. Fiel a su estilo, de los dos lados del mostrador. Todo muy loco. Pero, siguiendo a Palito, «yo tengo fe» y espero confiado.