El sociólogo italiano rescata las experiencias populares de América Latina en contraste con la tendencia hacia la derecha que se impone en Europa. El rol del peronismo en la Argentina y relecturas de las obras de Gino Germani y Ernesto Laclau.
25 de septiembre de 2019
Qué tienen en común Gino Germani, Ernesto Laclau y Alberto Fernández? La pregunta puede sonar forzada y hasta inverosímil. Sin embargo, Pasquale Serra sabe encontrar su fundamento. Tanto el resultado de las elecciones primarias en nuestro país como el desarrollo teórico de los dos referentes intelectuales nos permiten pensar el lugar del campo nacional popular en el avance de las democracias y la vida política. Tal podría considerarse, justamente, uno de los vértices de Populismo progressivo, el último trabajo del sociólogo italiano que pronto editará Prometeo en nuestro país y que recientemente vino a presentar a Buenos Aires invitado por el Centro Cultural de la Cooperación. El peronismo y la experiencia de los populismos latinoamericanos constituyen, en su opinión, el espejo desde donde Europa debería mirarse a sí misma para salir de su encrucijada actual. «Creo que Europa está sentada en un volcán», señala. «Su identidad sustancialmente consistió en esa compleja relación entre multiplicidad y unidad, y a pesar de encontrarse en sus orígenes, hoy está fuertemente comprometida por la crisis actual. Las razones que empujan en esa dirección son muchas –añade–, pero un punto central es el retorno a la “nación”, a ese llamado soberanismo del cual se habla en Europa y que no es más que la metáfora de un nuevo y poderoso radicalismo de derecha. Me preocupa que, como en los años 30, Europa haya abierto una brecha a la derecha radical, que no es más que esa reducción de la dialéctica múltiple, que se encontraba en la constitución más profunda de Europa».
–Frente a este escenario, desde su visión, ¿Europa debería mirar hacia los populismos latinoamericanos?
–Sí, pienso que Europa debe confrontarse con los populismos latinoamericanos, y sobre todo con el populismo argentino. Y esto no solo porque la existencia de masas heterogéneas requiere de una representación adecuada, sino también por otra razón aún más visible hoy. Frente a la crisis de representación democrática, sin la presencia de esta base popular nacional, corremos el riesgo de que esa heterogeneidad social caiga en brazos del radicalismo de derecha. Justamente, es probable que aquí en Argentina este riesgo se haya evitado gracias a la presencia de un fuerte movimiento peronista.
–Bueno, el muy probable ascenso de Alberto Fernández parecería plantear una opción interesante frente a un problema que suele aparecer en los debates en torno al populismo, que es la sucesión de liderazgo.
–Estoy de acuerdo, y creo que estas últimas elecciones falsifican esa tesis sobre la imposibilidad de la sucesión del carisma, de la que también habló Max Weber. Una figura prominente en el debate argentino como Torcuato Di Tella, en sus últimos escritos, había argumentado que el peronismo podría transformarse en una variante latinoamericana de la socialdemocracia europea y conducir completamente a la democracia, como efectivamente sucedió con los comunistas en la Europa de la posguerra. Obviamente, para llegar a este resultado es necesario resolver algunas ambigüedades inherentes a la perspectiva de lo nacional popular, porque solo de esta manera es posible hacer creíble, y de hecho fructífera, la alternativa que quiere y puede realmente representar.
–¿A qué se refiere?
–A una revisión para pensar una nueva relación entre la perspectiva de lo popular nacional y la derecha, entre el liberalismo y la democracia populista, manteniendo siempre abierto lo que podemos definir como «unidad populista». Y, fíjese, es un esfuerzo enorme, porque la investigación argentina, desde Gino Germani hasta Ernesto Laclau, ha sido bloqueada en este punto.
–Justamente, en su último libro retoma las lecturas de Germani y Laclau como así también la experiencia del peronismo. ¿Qué claves ofrece el peronismo para pensar Europa?
–Creo que la representación nacional popular es la única capaz de bloquear el camino hacia esa fusión entre la enorme heterogeneidad social que estamos asistiendo y la derecha radical, que está llevando a todos al desastre. Justamente, creo que Argentina no terminó en los brazos de un Matteo Salvini, Jean-Marie Le Pen o Jair Bolsonaro, porque tiene un movimiento popular nacional muy fuerte.
–¿Por qué es importante Laclau en este contexto?
–Porque Laclau, que representa la lectura más avanzada sobre un populismo inclusivo, intenta mantener abierta la unidad populista, y en definitiva ese es el problema. Al final falla, porque para tener éxito, como trato de mostrar en el libro, es necesario establecer una relación fuerte entre lo nacional popular y la ley, entre el liberalismo y la democracia populista, que ni siquiera Laclau pudo establecer.
–¿Y cuál es el aporte de Germani en estas reflexiones?
–Germani es uno de mis autores fundamentales, quizás el pensador más importante de nuestra contemporaneidad. Germani ofrece un programa de investigación que es muy representativo del problema actual, que gira en torno a la crisis de la razón representativa y la dificultad de la razón populista para representar verdaderamente, por completo, una alternativa válida y convincente. Germani, como nosotros hoy, se mueve entre estos dos polos buscando desesperadamente una salida.
–¿El peronismo ofrece una estrategia para pensar el futuro de los movimientos nacional populares?
–Para mí, lo nacional popular ofrece una perspectiva fundamental en la crisis mundial actual, y el peronismo ciertamente ha hecho una contribución importante en esta perspectiva, solo que es necesario encontrar canales filosóficos y jurídicos para mantener aquello que fundó y seguir constituyéndose. Para hacer esto es necesario establecer una perspectiva nueva e imprevista, un nuevo plan conceptual, configurando una relación fructífera entre el populismo nacional y el institucionalismo. Este es el umbral que la cultura argentina, desde Germani hasta Laclau, nunca ha logrado cruzar, pero este umbral debe superarse, y el fracaso de Macri representa una oportunidad formidable para avanzar en esta nueva perspectiva, superando así todas las ambigüedades que lo nacional popular siempre lleva detrás de sí mismo.