Las importaciones en el rubro agroindustrial exhiben en los últimos años un volumen creciente, lo que contradice el discurso oficial sobre el rol de la Argentina como «supermercado del mundo». El impacto en los productores locales.
25 de julio de 2019
Góndolas. Hipermercados, frigoríficos y bodegas locales se abastecen en el exterior. (Jorge Aloy)
El potencial para abastecer de alimentos a 600 millones de habitantes en el mundo se contrapone con el creciente aumento de las importaciones argentinas en el rubro. A eso se suma una importante caída de las exportaciones, por bajas en cantidades y precios, lo que explica el persistente retroceso en el saldo del comercio agroindustrial.
De los 35.283 millones de dólares obtenidos en 2016 como resultado del comercio sectorial con otros países, se descendió a 32.049 en 2017, a 30.556 en 2018 y a apenas 5.178 millones en el primer trimestre de este año, es decir, 31% menos que en enero-marzo del año pasado.
El complejo agroindustrial, enfocado en productos primarios sin procesar, como la soja, registró en los tres primeros meses del año ventas que estuvieron un 25% por debajo del año anterior.
Por su parte, las compras en el exterior de productos del rubro de consumo masivo e intermedios crecieron sin pausa en el último trienio. A mediano plazo lo previsible es que se acentúe el rasgo importador si se mantiene el modelo actual, por efecto de acuerdos comerciales como el anunciado con la Unión Europea, y de una eventual recuperación en los ingresos de los consumidores.
La Secretaría de Agroindustria reportó para el trienio 2015/2018 un aumento de 67,5% en esas compras agroindustriales externas. Sumaban 4.360 millones de dólares en 2016; aumentaron 31,6% en 2017 (a 5.740 millones); y se incrementaron otro 27,2% en 2018 (hasta 7.304 millones).
En el primer trimestre de 2019, según el «Panorama del Comercio Agroindustrial Argentino», elaborado por la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios, las importaciones del área siguieron en alza, hasta totalizar 1.567 millones de dólares, 1% más que las registradas en enero-marzo de 2018.
Datos
La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) registró una baja de casi 14% en marzo en las importaciones de alimentos y bebidas (sin contar insumos intermedios). La caída, matizó la entidad, se produjo luego de 19 meses consecutivos en alza. Ese mismo mes, sin embargo, se registraron ingresos de mercaderías importadas a supermercados, frigoríficos y bodegas, que sumaron 168 millones de dólares. Con lo cual en el primer trimestre ascendieron a 515 millones de dólares, 7,6% superior a igual período de 2017.
El ritmo de compras casi no reconoce antecedentes: se importa gran cantidad de productos que desplazan o bloquean en góndolas de supermercados y mostradores de comercios minoristas a una variedad de producciones locales. A la vez que se ofrecen opciones «gourmet», para consumos suntuarios, por un valor diario de 5,7 millones de dólares. La creciente apertura en el sector impacta por varias razones, entre ellas las concesiones comerciales otorgadas a otros países. Ese factor incidió en gran medida en el caso de la oferta excedentaria de las fábricas brasileñas, como reflejo de su larga recesión. Y también se observaron contrapartidas que analistas del ramo vincularon con la «buena relación» política entre la Casa Rosada y los Gobiernos de Estados Unidos y Europa.
Existe un factor estructural que explica la apertura sectorial. Muchas empresas del área son dependientes del ingreso de materias primas o intermedias del exterior para completar sus procesos productivos.
De acuerdo con información difundida por el INDEC, la importación de «Alimentos y bebidas básicos y elaborados fundamentalmente para el hogar» sumaron en el primer trimestre 297 millones de dólares, frente a 422 millones en enero-marzo de 2018. Pero las compras dirigidas a la industria como insumos pasaron de 579 millones a 826 millones de dólares (más de 9 millones por día) en el mismo período.
Pese a las caídas recientes, las adquisiciones en el extranjero de «Productos del reino vegetal» sumaron en enero-marzo 907 millones de dólares (31,3% de crecimiento interanual), lo cual incluye a Frutas y frutos comestibles; Cortezas de agrios (cítricos), melones o sandías; Cereales; Semillas y frutos oleaginosos, semillas y frutos diversos, plantas industriales o medicinales, paja y forrajes.
Se computaron también 16 millones de dólares de Grasas y aceites; y 69 millones de dólares de Animales vivos y productos del reino animal (carne y despojos, pescados, crustáceos, moluscos y demás invertebrados acuáticos, lácteos, huevos de ave, miel natural y comestibles de origen animal no expresados ni comprendidos en otra parte).
Evidencias
Lo evidente es que el sector agroindustrial en su conjunto se despegó de la tendencia importadora general. Prácticamente todo el resto de compras al exterior cayó fuertemente en el último año y medio, por la suba del tipo de cambio que encareció los productos extranjeros, por la recesión y por la necesidad de cumplir con el superávit comercial acordado con el FMI.
Por imposición del Fondo y con fines recaudatorios, se aumentó a comienzos de junio la alícuota de la Tasa de Estadística aplicada a las importaciones, de 0,5% a 2,5%, lo que pudo aminorar el ritmo de esas compras. No obstante, días después dio marcha atrás y estableció «temporalmente» un nivel de 0% para el ingreso de soja con destino a molienda (y además, sobre los bienes de capital que se adquieren para proyectos vinculados con el desarrollo de la formación neuquina de Vaca Muerta, y para regímenes de importación temporaria).
Al margen de este episodio, la apertura aduanera en el sector agroalimentario junto con otros factores (tarifazos, derrumbe de la demanda, presión impositiva, etcétera) tiene como correlato directo el cierre o el concurso preventivo de empresas del ramo. La más reciente fue la de Suschen S.A., radicada en el partido bonaerense de La Matanza, que producía la marca de golosinas Mielcita, los jugos Naranjú, tapas de alfajores, obleas y bizcochitos.
Antes entraron en convocatoria Alijor (en Garín, Buenos Aires) titular de la marca La Salteña para panes, tapas de empanadas y tartas, y pastas, y la fábrica de cereales Tres Arroyos (de la localidad bonaerense homónima). La lista incluye otros numerosos casos, como los despidos en la fábrica de golosinas Ter Pack (de Arroyito, Córdoba), mientras la compañía bonaerense Molino Cañuelas (galletitas 9 de Oro, harina Pureza, pan rallado Mamá Cocina, etcétera) se vio obligada a acordar con sus acreedores la reestructuración de la deuda.
El supermercado local, en tanto, se abastece en el exterior.