Telares

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El dinero no se multiplica ni se invierte en trabajo productivo. Por el contrario, solo pasa de mano en mano y se acumula en los estratos superiores de la pirámide, mientras los de abajo se quedan sin nada. Metáfora de la sociedad neoliberal, los «telares de la abundancia» que llegaron al país en los últimos meses son una nueva versión de viejas modalidades de fraude. En este caso, el esquema se organiza a través de cuatro categorías: el agua ocupa el centro del telar y recibe «regalos» –dinero en efectivo– de ocho fuegos; en tanto, dos tierras y cuatro aires actúan de intermediarios y son los encargados de invitar a los participantes que deben poner el dinero. Cuando el agua recibe sus regalos, sale del juego y el telar se divide en dos nuevos esquemas, cuyos centros serán ocupados por cada uno de los «tierra». Se trata de un esquema que crece en progresión geométrica y, más temprano que tarde, se corta, dejando sin nada a la mayoría de los participantes que no llegaron a ocupar el centro (catorce por cada uno que sí logró cobrar). Mientras sus defensores aseguran que no hay estafa porque se trata de regalos «libremente entregados», la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos advirtió que «el lavado de activos y la intermediación financiera no autorizada son delitos federales».

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