12 de junio de 2019
El neoliberalismo es en sí mismo un modelo cultural. Las lógicas ortodoxas de libre mercado dejan afuera las políticas culturales públicas. Dentro de este tipo de capitalismo especulativo, hasta la propia lógica desarrollista de alto consumo que normalmente establecieron las industrias culturales desaparece. El modelo actual no considera a la cultura como un derecho humano, por lo tanto, el Estado no debe estimular la distribución, ni el consumo, ni la producción de bienes culturales en la sociedad. El ciudadano neoliberal debe distanciarse de cualquier pensamiento crítico y deja de participar en acciones comunitarias y solidarias. Nos encontramos frente a una gran emergencia cultural en todos los niveles que uno pueda imaginarse, desde la vida familiar y ciudadana a los contratos sociales, desde la reducción de los presupuestos hasta el propio deterioro de las instituciones y los gobiernos de la cultura. Uno de los objetivos centrales de este gobierno fue justamente eliminar el Ministerio de Cultura.
La actual Secretaría Nacional de Cultura tiene a su vez muchas limitaciones para ejecutar políticas. Los institutos nacionales como el Instituto Nacional del Teatro (INT) o el Instituto Nacional del Cine (INCAA) no tienen los presupuestos adecuados. Como ejemplo se puede considerar la situación del Fondo Nacional de las Artes (FNA), organismo dedicado a financiar y apoyar el desarrollo de artistas, gestores y organizaciones independientes a través de becas, subsidios, préstamos y concursos, que perdió su autarquía y, por eso, los dineros logrados con aportes de la comunidad artística pasan a financiar arbitrariamente programas de la propia Secretaría de Cultura de la Nación. Nos encontramos frente a la decadencia de un modelo que en poco tiempo desarmó todo un sistema histórico y, a la vez, ante la necesidad de pensar en una institucionalidad y gobiernos que contemplen los nuevos paradigmas culturales, desde las problemáticas étnico-territoriales a los gobiernos federales, desde las nuevas tecnologías, a la necesidad de una Ley Nacional de Cultura y un nuevo Ministerio de Cultura.