25 de abril de 2019
Siempre en el bar, resistiendo al tiempo, al espacio y al mejor equipo contrario de los últimos 50 meses. Tobías y Rebequita, en su mesa habitual, que cada día es una diferente.
–¿Qué querés, Rebequita de mis sueños imposibles?
–Ay, Tobías de mis pensamientos malsanos… si yo supiera lo que quiero, tendría un departamento de tres ambientes.
–No entiendo, Rebequita de mi pesar de los pesares, ¿eso es lo que querés?
–No, Tobías de mis recuerdos de provincia, eso es lo que le pagué a mi psicoanalista, por no saber lo que quiero. Si lo hubiera sabido a tiempo, el inmueble sería de mi propiedad privada. Mas no es así. Tampoco sé si es eso lo que él desea, pero en todo caso, que se lo pregunte a su propio caferapeuta.
–¿Caferapeuta?
–Sí, en las sesiones me ofrece café; si me ofreciera té, sería terapeuta. ¿Soy clara?
–No, sos Rebequita. Entonces, ¿querés té?
–¡Esa es tu sutilísima y machirula manera de inquirir sobre mis sentimientos! ¡Vos me preguntás «querés té», y entonces, debo responder «té quiero»! ¡Pero yo lo que quiero es una femmelette de champignonas y tres mancitos!
–¿Lo qué?
–¡Ves que sos machizoico! ¡Seguro que si te decía «omelette de champignones» y «pancitos», entendías!
–¡Estamos en un bar, Rebequita!
–Por ahora, Tobías, por ahora les dicen «bar», como «barón», pero ya les vamos a decir «muj».
–¡Pero Rebequita, «bar» no viene de «barón», que además es con ve corta; viene de «barra», en inglés.
–¡Por tu puesto! Los varones se hacen los machirulos, los que la tienen larga, cuando están en barra, hasta que viene una mujer y se las corta. ¡Basta de «bar», se vienen los «muj»! Y ahora, quiero una milanesa, porque esto es de verdad.
–No te entiendo.
–Tobías de mis algoritmos y mis gorgorismos. ¿No oíste hablar de «la verdad de la milanesa»? Mirá, ahora vos vas al súper, y es todo mentira: ¡los lácteos no tienen leche, los quesos son ilusiones, el café es «olor de café y excipientes diversos», del pollo te venden los huesos, los ravioles los rellenan con grisines! La única verdad es…
–¡…la realidad!
–No, Tobías de mi espíritu de la colmena, ¡la única verdad es la verdad de la milanesa!