Economía

Apagón nuclear

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El gobierno nacional posterga la construcción de centrales y profundiza una matriz energética altamente privatizada y extranjerizada y con menor incidencia soberana en su perfil tecnológico. Enfoques favorables y otros modelos.


Atucha. Cinco instalaciones atómicas operativas generarían fondos por venta de energía para poder reinvertir en el sector. (ENRIQUE MARCARIAN)

La gestión del sector energético –a tres años de gobierno de Cambiemos– muestra un  sesgo privatizador, a manos de grupos extranjeros, y de una menor incidencia soberana en el perfil tecnológico. Esas tendencias se observan con claridad en la producción de petróleo y gas, y en la expansión de las fuentes no renovables (eólica y solar, principalmente). Pero el caso quizás más preocupante es el del campo nuclear, donde las autoridades ya archivaron los proyectos de nuevas plantas. Los interesados en el «apagón nuclear», en gran medida, son los directamente involucrados en el negocio hidrocarburífero. Es decir, las grandes petroleras, mayoritariamente europeas y estadounidenses, abanderadas de la formación neuquina de Vaca Muerta. También los partidarios de la energía «verde» y, por supuesto, los exsecretarios de Energía de sesgo marcadamente neoliberal. Existen también algunos grupos académicos locales o vinculados con entidades globales que plantean enfoques más favorables a la energía atómica en la reciente presentación de escenarios para el sector hacia 2040.
La línea avalada por dichos exsecretarios tiene como su mayor exponente al radical Jorge Lapeña, durante cuya gestión «se retrasó y paralizó la construcción de Atucha II (originalmente programada para 1987) y se canceló la construcción de tres centrales nucleares gemelas», recordó el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec).
Ahora los exsecretarios argumentan que la energía nuclear es «la más costosa de todas»,  hasta 6,6 veces más caras que la inversión del ciclo combinado de gas y del solar fotovoltaico. No obstante, el cuestionamiento parece apoyarse en una confusión entre los costos de inversión y los de generación, sin considerarse los efectos benéficos de la actividad. Por ejemplo, sobre la movilización de empleos directos e indirectos, la mano de obra calificada, las obras civiles y desarrollos científico-tecnológico e industriales asociados. En este sentido, replica el Oetec, «para los exsecretarios es menos costoso instalar un parque eólico, llave en mano, importado, como todos los que ha instalado el Plan RenovAr, que construir una central nuclear argentina como hubiera sido la cuarta, con su cadena de valor desde la minería de uranio a la reelaboración (reutilización de sobrante), así como los usos de la energía nuclear en medicina, sector agropecuario, alimentos e investigación aplicada».

Debate
Además de la postergación gubernamental, la generación nuclear es en general «poco incorporada» por la mayoría de los actores del sistema energético local en las proyecciones de oferta y demanda hasta el año 2040, presentadas días atrás por la plataforma Escenarios Energéticos. La excepción, por lo menos en términos generales, provino del denominado Grupo NOA y del comité argentino del Consejo Mundial de la Energía (CACME), que en sus pronósticos incrementaron la participación relativa nuclear en los próximos dos decenios.
La Asociación de Generadores de Energía Eléctrica (Ageera, que integra a casi medio centenar de compañías, operadoras de las mayores centrales térmicas del país, y a firmas como Pampa Energía e YPF Luz) no consideró la realización de la cuarta central «debido al anuncio del gobierno nacional de no continuar con este proyecto». La entidad vaticinó también una postergación de la quinta central nuclear hasta 2030 y consideró la posibilidad de una sexta planta recién en 2032. La proyección realizada en conjunto por los Grandes Usuarios de Ageera y la Unión Industrial no incorpora centrales atómicas «a la espera de una definición de la política nuclear por parte del Estado nacional». Es necesario, consideraron las mayores corporaciones fabriles instaladas en el país, que los funcionarios «definan una política para la expansión de la generación nuclear».
El escenario presentado por el Cacme (vínculo local con el World Energy Council), con una visión que buscó ser equilibrada, propuso continuar aumentando el parque nuclear y estimó que el sector tendrá «aumentos en su capacidad instalada en valores absolutos» hasta 2040. Más favorable fue la posición del escenario NOA, trazado por un conjunto de instituciones académicas y de la sociedad civil de Salta y Jujuy, incluidas ambas universidades nacionales y la Católica salteña. Ese grupo consideró al nuclear como «el tercer gran recurso que debería utilizar nuestro país», luego de la hidroelectricidad y las energías renovables. «Es la fuente energética más segura a nivel mundial, la que menos recursos consume por energía generada y en la cual Argentina tiene grandes capacidades logradas a lo largo de los años», indicaron los especialistas.
El estudio revela que «a pesar de los anuncios del gobierno de cancelar la construcción de la cuarta y quinta central de origen chino, creemos que estas son necesarias para el desarrollo de una línea de reactores nucleares nacionales». El Grupo NOA evaluó por último que «ese puente tecnológico nos permitiría alcanzar la década de 2030 con las capacidades suficientes para encarar un plan de construcción escalonado de reactores comerciales tipo Carem, desarrollados completamente en el país».

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