De cerca

Caretas para actuar

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El protagonista de La casa de papel describe los entretelones de la popular serie, aunque no adelanta ningún detalle sobre el desenlace de la segunda temporada. La historia del intérprete español que ganó fama internacional con el personaje del Profesor.


(Getty Images)

Gracias a Netflix, La casa de papel, la serie que originariamente emitió la cadena Antena 3 en España en su horario central y en capítulos semanales, ha cautivado no solo a los públicos hispanohablantes, sino a los de todo el mundo, con una precisa combinación de suspenso, buenas actuaciones y una calidad que nada tiene que envidiarles a las producciones estadounidenses. Álvaro Morte, el actor que ha encarnado maravillosamente al «Profesor», pasó de ser un desconocido a convertirse en el símbolo de un verdadero fenómeno internacional. En diálogo con Acción, cuenta cómo ha sido el proceso de grabar la serie y de disfrutar del reconocimiento que ha generado su labor. El nativo de Cádiz es un veterano de la televisión española, que también ha participado de las series Amar es para siempre y El secreto de Puente Viejo. Además dirige, produce y protagoniza obras de teatro con su grupo 300 Pistolas.
–¿Cómo te ha cambiado la vida el éxito de la serie?
–Bueno, pues creo que no me la ha cambiado demasiado. Es verdad que el éxito que está teniendo ahora en Netflix, más allá del que tuvo cuando se emitió por Antena 3 en España, le ha dado una difusión internacional. Nunca nos hubiéramos podido imaginar que esto iba a llegar a tanto. Y uno procura tener los pies muy en la tierra: vengo del ambiente del teatro, aprendí este oficio ahí y eso es algo que te da mucha humildad. Es abrumador por la cantidad de mensajes que recibes a lo largo del día en las redes sociales, particularmente de agradecimiento por haber hecho este trabajo, y eso es maravilloso. Pero en mi vida normal no he permitido que me influya, prefiero ser una persona sensata.
–¿Y te ha llegado alguna nueva propuesta laboral?
–Sí, estuve con varios proyectos sobre la mesa y, de hecho, he empezado a rodar una película en España, que se llama Mirage, junto al Chino Darín. Me siento muy agradecido y afortunado, porque sé que muchos compañeros actores están sufriendo por la falta de trabajo.
–¿Mientras grababas la serie, tenías la impresión de que era un proyecto especial?
–Claro. Cuando me mandaron el texto para hacer la audición, podía ver solamente mi parte –no tenía acceso al guion entero ni nada por el estilo– y recuerdo que al leerlo dije: «¡Qué bien escrito está! Tiene muy buena pinta». Me dieron el papel, empezamos en las reuniones a leer el guion todos los actores juntos con el director, los productores y demás. Y cuando empezamos con todo aquello nos dimos cuenta de que podía ser un producto muy bueno. Todos los que estábamos en el equipo, no solamente los actores, sino también los técnicos, nos volcamos de una forma tremenda, porque sabíamos que intentábamos una cosa muy difícil, que era todo un reto, pero que si lo superábamos se podía convertir en algo muy interesante. Y nos dedicamos a trabajar con muchas, muchas ganas de sacarle el mayor partido a la producción.

–Daría la sensación de que, salvo toda la parte de la preparación del atraco, grabaste tu propia serie, separado de tus compañeros. ¿Fue así?
–Sí, el Profesor pasa mucho tiempo en ese hangar desde el que tiene contacto telefónico con el resto del mundo, con la inspectora, con la fábrica. Y me he pasado mucho tiempo trabajando solo (entre comillas, porque estaba arropado por un equipo maravilloso), pero las réplicas que me tenía que dar Raquel, la inspectora, Berlín o Tokio, cuando hablaba con ellos, me las daba alguien del equipo, que no es actor. Luego, el montaje está maravilloso y parece que estamos hablando tal cual, pero he trabajado muchísimo tiempo solo. Por eso valoro tanto las escenas que he podido hacer con mis compañeros en el aula, o cuando tenía secuencias en las que tenía la suerte de trabajar con Alba Flores o con Pedro Alonso.
–El Profesor tiene permanentemente una gran dualidad, hay una suerte de actuación dentro de la actuación en la serie.
–Sí, y me siento sumamente agradecido por haber tenido la suerte de que me tocara este personaje tan complicado, porque es como muchos personajes distintos en uno solo. Aparentemente es pequeño, a priori, pero luego, según van pasando los episodios, te vas dando cuenta de lo grande que es. Era muy complicado, porque además había que mostrar que tenía ciertas carencias sociales a la hora de relacionarse con el resto de la gente, que lo hacían un poco apocado. Y, sin embargo, debía tener un carisma suficiente como para que ese grupo de exconvictos quisiera unirse a él. Yo me la he pasado muy bien haciendo el personaje. Parece que tuviera la capacidad de ponerse las caretas que necesita para cada situación. Fue como hacer varios personajes dentro de uno solo.
–¿Y disfrutabas cuando te tocaban esas pocas escenas fuera de la cueva?
–Eran escenas muy divertidas. La pasé increíblemente bien grabando esas secuencias de acción. Pero fue muy duro, porque tuve que correr con los pies descalzos sobre un terreno real, con las lunas de los coches rotos por el suelo y demás, pero el resultado lo ves y merecía muchísimo la pena. Fue muy divertido, era un soplo de aire fresco cuando no estaba en el hangar. Y también he disfrutado muchísimo al estar en el hangar, pues no dejan de pasarle cosas al profesor. No hablo solo de la primera temporada, creo que lo que viene en la segunda no va a decepcionar en absoluto.


(Getty Images)

–La estructura de la serie tiene una similitud con Breaking Bad.
–Es posible. Ya desde la creación, desde el principio del guion, hemos tenido muchas referencias a las que hemos querido homenajear. El personaje del Profesor puede tener cierta similitud al de Heisenberg, que interpreta magistralmente Bryan Cranston. Pero no solo sucedió con personajes de Breaking Bad, sino también con filmes de Tarantino y con el género en su totalidad. Hemos tenido muchas cosas para homenajear con el debido respeto y cariño, nos ha encantado hacerlo. Por ejemplo, cuando estábamos rodando la escena del Profesor que se va escondiendo entre los coches, de esa forma tan torpe. Y con Alex Rodrigo, el director, nos acordábamos de alguna escena de Volver al futuro, cuando está Marty McFly en sus aventuras. Hay un montón de homenajes que quisimos hacer desde el corazón y desde el amor a esas grandes obras que se han hecho antes y de las que, por supuesto, hemos aprendido todos.
–En el caso de Breaking Bad, Walter White tiene una relación dual con su cuñado, quien es su principal enemigo y a la vez comparte su vida familiar: él lo sabe, pero su cuñado no. Y lo mismo pasa entre el Profesor y la inspectora, porque él es consciente de la relación dual y ella no.
–No os voy a adelantar nada, por supuesto, no conseguirás arrancarme nada de la segunda temporada, pero sí es verdad en esa parte de la relación del Profesor con la inspectora. Yo recuerdo una amiga que terminó de ver la primera temporada, vino encantada y me dijo que estaba súper enganchada, que le encantó la serie. «Pero del Profesor lo que me gusta es que no tengo idea de cómo es, no sé si está diciendo la verdad o una mentira, si de verdad se está enamorando de la inspectora o no, y eso es parte del plan». Esa dualidad que tiene el personaje es muy interesante, aporta un grado de suspenso, de ver qué pasa con todo esto, a dónde va a llegar, que engancha mucho al espectador.
–¿Pero vos sabías cuál era el plan último del Profesor cuando grabaste el primer episodio?
–No. Nosotros teníamos la premisa de hacia dónde iba la serie sin saber un final, porque, además, al equipo de Alex le gusta trabajar viendo cómo reacciona el público, cómo van evolucionando los capítulos, porque hay matices que van surgiendo que quizás desde la escritura del guion no estaban. El equipo ve los capítulos que se van grabando, va descubriendo también cómo son los personajes que ellos han empezando a perfilar y nosotros terminamos de crear en la actuación. Más allá de que tengan una idea en la cabeza, todo va creciendo; o sea, es un proyecto que está vivo. Cuando empezamos, sabíamos las bases: esto es un atraco, este es el objetivo, nos vamos a preparar, etcétera. Pero no sabíamos mucho más, con lo cual también había un componente de intriga para cada uno de nosotros.
–¿La casa de papel es el resultado de una evolución de la cadena Antena 3?
–Imagino que sí, porque afortunadamente Antena 3 apuesta mucho por la ficción, se están haciendo nuevas series, cada vez mejores. Tenemos también un público cada vez más preparado, que tiene acceso a mucho producto extranjero, que selecciona lo que quiere ver y en qué plataforma. Y eso hace que el paladar del espectador español sea cada vez más fino, lo cual es muy bueno para nosotros, porque nos obliga a esforzarnos para que nuestro producto sea cada vez mejor.
–Lo interesante de La casa de papel es que, al menos en la primera temporada, no hay un solo muerto. ¿Fue algo deliberado?
–Sí. Hay un objetivo del Profesor, clarísimo, de que nadie salga herido. Es un villano, pero un villano entre comillas, porque él no quiere dañar a nadie. Simplemente quiere tomar el dinero e irse sin haber herido a ninguna persona. Ese es su objetivo. Ahora, ¿lo conseguirá? ¿No lo conseguirá? Habrá que ver la segunda temporada para saberlo.

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