1 de noviembre de 2023
Foto: Getty Images
El 17 de octubre pasado Argentina oficializó el proceso de adhesión del país a los BRICS, el armado multilateral de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La pronunciación de las siglas en inglés, «ladrillo», remite a un bloque macizo y rústico, destacando el tamaño de las economías, y la cantidad de población. Tal «ladrillo» era visto como una amenaza frente al cristal opaco de los organismos multilaterales, donde los países centrales tienen mayor control, como el FMI y el Banco Mundial. Durante la pandemia los BRICS lanzaron su propio banco, el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD). Lo perecedero de llamar a algo «nuevo» obedece a la intención de diferenciarse de los otros organismos multilaterales.
¿Qué es lo nuevo que viene a ofrecer?: otra ventanilla para apuntalar el desarrollo de las economías emergentes, no siempre en la agenda de las potencias mundiales, y cuidar los activos del futuro como energía, minerales y alimentos.
Además, el NBD otorga créditos sin condicionalidades, hecho destacado por su presidenta Dilma Rousseff; y busca utilizar monedas de los países miembros, esquivando el dólar. Lula propuso llegar a la cumbre 2024 creando una moneda «referencia de exportación» para el comercio intra BRICS. Cabe recordar que Brasil y China son nuestros principales socios comerciales, y que Argentina ha venido usando con éxito el swap con China para fortalecer sus reservas.
A partir del 1 de enero además de Argentina obtendrán su membresía al bloque Egipto, Etiopía e Irán, pero también aliados históricos de Estados Unidos en Oriente Medio, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes, en suma, naciones con diverso posicionamiento geopolítico. En 2021 el Banco admitió a Bangladesh, Uruguay, Emiratos Árabes y Egipto sin que pertenecieran a los BRICS. Entrar al bloque y al banco también permitirá a Argentina negociar en una mejor posición con los otros organismos multilaterales.
