5 de octubre de 2023
La evolución global de la desigualdad y la pobreza durante los últimos años muestran un deterioro de las condiciones de vida de gran parte de la población mundial, especialmente a partir de la pandemia. En paralelo, emergen posiciones de extrema derecha que se presentan como «antisistema» y que buscan recoger los frutos del descontento social, aun con un discurso racista y de odio.
Este escenario de crisis en múltiples dimensiones requiere, entre otros aspectos, la búsqueda de políticas fiscales decididamente progresivas. Al respecto, resulta clave la acción que se está impulsando en diversos ámbitos globales para reformar el esquema tributario, con foco en gravar fuertemente a los sectores más beneficiados (como las grandes tecnológicas) y cuyas alícuotas actuales son irrisorias. Destacados economistas como Joseph Stiglitz o Thomas Piketty (junto a numerosas organizaciones internacionales) apoyan esta iniciativa, que comprende un impuesto mínimo y universal a las grandes multinacionales, como así también un gravamen a la extrema riqueza; este último fue recientemente planteado hasta por el propio Joe Biden. Si bien el potencial distributivo de este tipo de medidas es contundente, su puesta en agenda requiere de un fuerte impulso político de líderes mundiales y organismos multilaterales.
Es posible trazar un paralelismo con la coyuntura nacional, donde también emergen peligrosas expresiones de ultraderecha a las cuales es necesario contrarrestar a través de políticas concretas en beneficio de las mayorías. Atacar la desigualdad tributaria con este tipo de iniciativas resulta imperioso para fortalecer las capacidades del Estado con el fin de invertir en sectores estratégicos que generen empleo de calidad, robustecer servicios públicos esenciales y combatir el cambio climático, entre otros desafíos actuales y venideros.