5 de septiembre de 2023
Milei. El histriónico economista autodenominado libertario fue el candidato más votado en las primarias.
Foto: NA
Miremos un poco hacia atrás y recordemos el escenario inmediatamente posterior a las elecciones legislativas de 2021. Juntos por el Cambio (JxC) se imponía ampliamente a nivel nacional, superando la barrera del 40% de los votos. Es más, lograba dejar al peronismo en segundo lugar en la siempre clave provincia de Buenos Aires. Aquella victoria entusiasmaba por demás a la coalición opositora, a punto tal que Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich comenzaban a probarse la banda presidencial.
Al mismo tiempo, en los comicios de 2021 asomaba una nueva fuerza política. Un líder histriónico, economista de profesión, inspirado en las ideas de la Escuela Austríaca de Economía de Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, y seguidor de Alberto Benegas Lynch (máximo referente de la sede argentina de la Sociedad de Mont Pelerin), sorprendía a propios y extraños obteniendo un 17% de los votos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hablamos, por supuesto, de Javier Milei. Y por si esto fuera poco, en la provincia de Buenos Aires su marca política conquistaba el 7,5% de los votos.
De ese modo, dos años atrás aparecían claras señales de un descontento con el Gobierno, que había perdido una enorme porción de los votos logrados en la elección de 2019. Pero, a la vez, surgía una nueva fuerza, que mostraba un fuerte rechazo hacia el conjunto de la dirigencia política. El desgaste de la pandemia (descenso en la actividad económica, pérdida del empleo, medidas de aislamiento, entre otras cosas) tenía un impacto en materia electoral y comenzaba a instalar en el humor social un significante muy caro a la historia argentina: la crisis. Los daños económicos provocados por la «doble pandemia» (el macrismo primero, el coronavirus después) mostraban a una sociedad cansada, con signos de agotamiento ante una realidad y un porvenir que no brindaban señales promisorias.
Más aún, la fragmentación en el seno del oficialismo, potenciada por el acuerdo con el FMI, junto con el crecimiento sostenido y significativo de la inflación en 2022 y 2023, generaban un clima de insatisfacción social que se expandía como una mancha de aceite. La sensación de que «todo está mal» y de que, por lo tanto, hacía falta un cambio de raíz en el sistema político, comenzaba a concitar una adhesión cada vez mayor en algunos sectores sociales.
Desafíos y obstáculos
En ese marco llegamos a las elecciones primarias del último 13 de agosto. JxC siguió creyendo que resultaba suficiente la fórmula de polarizar con el peronismo. Mientras que Unión por la Patria (UxP) optó por subestimar el malestar social causado por la crisis económica. De esa manera, aquel fenómeno novedoso que en 2021 había comenzado a insinuarse en el Área Metropolitana de Buenos Aires, finalmente se convertía en una realidad nacional. La candidatura presidencial de Javier Milei se alzaba en las PASO con el primer lugar, cosechando un 30% de los votos, e imponiéndose en 16 de los 24 distritos del país.
Frente a semejante cimbronazo político, a UxP se le presenta la tarea perentoria de dar vuelta el resultado. El máximo escollo del oficialismo, el acuerdo con el FMI, ha interpuesto un primer obstáculo: la devaluación del 22% el día posterior a la elección. Sin embargo, el ministro-candidato Sergio Massa aún tiene mucho por hacer. En efecto, las medidas económicas de reparación adoptadas recientemente ante la depreciación cambiaria transitan en la dirección correcta: reconectar con un sector de la sociedad afectado por la inflación y por la pérdida en el poder adquisitivo de los ingresos (trabajadores formales con bajos ingresos, trabajadores informales y precarizados, jubilados/as, entre los más importantes).
En ese sentido, más allá de la inviabilidad de algunas propuestas de Javier Milei (que, por cierto, el propio candidato ya ha comenzado a matizar), la centralidad de su estrategia ha sido empatizar con el malestar social creciente y, de ese modo, ofrecer una vía para canalizarlo. Por lo tanto, revertir el resultado de las PASO obliga a UxP a tomar medidas desde el Gobierno que demuestren su comprensión de la delicada situación que el pueblo está atravesando, así como también que existe un futuro posible en el que esos dolores sean atenuados. La tarea, desde ya, no es sencilla, pero es posible. Más aún: se ha convertido en una exigencia, tan urgente como necesaria. Es demasiado caro el precio que se puede pagar en caso de no hacerlo con toda la fuerza que está a su alcance. Porque si en el pasado se trataba de un interrogante, ahora ya no quedan dudas: el peligro de la ultraderecha está al acecho.