7 de septiembre de 2023
La fábrica de ropa interior femenina fue recuperada después de que sus dueños presentaran la quiebra. Hoy produce y vende al público en su histórica planta de Villa del Parque.
No nos vamos nada. Trabajadoras y trabajadores lograron salvar 55 puestos laborales.
Foto: Guadalupe Lombardo
«La crisis de la empresa venía de varios años, pero con la pandemia explotó. El mal manejo de los dueños y las deudas los llevó a la quiebra y nosotros pagamos los platos rotos. De un día para el otro, nos quedamos sin nada. Entonces pensamos: ¿ahora qué hacemos? Y bueno, nos quedamos a pelearla. Nos salió bien porque empezamos con la cooperativa, tenemos el inmueble para trabajar y la marca», dice Pedro Navarro, presidente de la cooperativa de trabajo Perlea. Él era operario de la gestión anterior. En este nuevo proceso tuvo que aprender de números, a hablar con clientes y proveedores, comprar maquinaria y también aprender de economía solidaria.
Cuando se declaró en quiebra, Perlea tenía 90 años en el rubro, era una marca instalada en el mercado y generaba ganancias. Pero una mala administración casi deja desempleados a más de 100 trabajadores calificados en el rubro textil. Salvaron sus puestos mediante la autogestión.
Gracias a una orden judicial están autorizados a usar la marca y el inmueble. «Ahora tenemos que pelear por la infraestructura. Hay que ver qué parte del edificio queda para nosotros», comenta el tesorero, Iván Peñaloza. Y el escenario es alentador cuando miran para atrás y ven todo lo que lograron en poco tiempo: «Cuando conocemos otras experiencias dimensionamos todo lo conseguido en estos dos años. Tenemos matrícula, facturamos, estamos peleando por el inmueble, somos productivos. Muchas cosas que se nos fueron dando con mucho esfuerzo, pero en poco tiempo», agrega Peñaloza.
Clevet Motta es actualmente la síndica de la cooperativa. Se encarga de coordinar el trabajo en el taller y también de cuidar los vínculos humanos dentro de la fábrica. «A mi me vas a ver en todos los lugares, de acá para allá, cuidando todo el proceso. Así somos todos acá. Si un compañero necesita ayuda, lo ayudamos. En la cooperativa lo más importante es que el trabajo salga bien, nos cuidamos», celebra.
Los integrantes del Consejo de Administración destacan el respaldo del sector cooperativo en este camino de recuperación: «La solidaridad de cooperativas como La Litoraleña, funcionarios del Inaes (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) y el respaldo del Banco Credicoop fueron fundamentales para entender el proceso en el que estamos», asegura Daniel Peralta, el secretario de la cooperativa. «Esto fue un curso acelerado de todo. Aprender del mercado textil, a pelear precios, a recuperar proveedores que nos vinculaban con los antiguos dueños, todo fue un aprendizaje. Y el desafío mayor es lo humano: entendernos y comprender este sistema cooperativo, tan nuevo para nosotros», enfatiza Navarro.
Lascano 2470. El local del venta al público funciona de lunes a viernes de 9 a 17.
Foto: Guadalupe Lombardo
No cualquier producto
En la actualidad, Perlea ocupa un tercio del enorme edificio de la calle Lascano, en Villa del Parque, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí se reciben las telas y avíos, y se hace el tizado, el corte y la confección de cada una de las piezas que después salen al mercado. Trabajan productos textiles de gran complejidad, por lo que necesitan mano de obra calificada en el rubro. «Nuestro trabajo no lo puede hacer cualquier persona que recién empieza a coser, por eso cada compañero y cada compañera acá vale oro, porque lo que aprendió en estos años de oficio no se aprende de un día para el otro. Cuando Perlea quebró vinieron de otras fábricas a seducir a nuestros compañeros. Varios se fueron, pero los que quedamos somos muchos; también volvieron algunos», afirma Clevet.
En la fábrica hay costureras con una gran experiencia en el rubro que, cuando la empresa quebró, se encontraron con un oficio calificado, pero sin lugar para ejercerlo. La cooperativa fue su hogar y así lo sienten: «Esta es mi casa, mi lugar, acá aprendí todo lo que sé. De ninguna manera me iba a ir, me quedé a pelearla», dice Liliana Areco, quien lleva 30 años de trabajo de costura en Perlea.
«Todo lo que se logró fue gracias a la lucha de cada compañero y compañera desde su lugar», refuerza Clevet en el recorrido que propone por la planta. La visita culmina en la tienda de Lascano 2470 (Ciudad de Buenos Aires), que abre al público de lunes a viernes de 9 a 17 para comercializar sus productos de siempre: ropa interior de calidad a precios variados y accesibles.