28 de septiembre de 2016
Embarque. La exportación de cereales, una actividad beneficiada por las políticas oficiales. (Gerónimo Molina/Sub.coop)
Pensar que íbamos a sincerar la economía y a su vez crecer inmediatamente era un imposible, para eso hay que ir a Las Vegas, ahí está (David) Copperfield», lanzó Mauricio Macri durante su reciente viaje a China para asistir a la reunión del G20.
Tarde, el presidente reconoció que el «sinceramiento» de la economía lleva necesariamente a la recesión. Ya no se puede obviar lo que innumerables indicadores señalan: la caída productiva y el deterioro laboral.
No resulta fácil comprender los cambios impulsados por la gestión macrista si no se analizan en clave de transferencias hacia los sectores de mayor ingreso, recursos que terminan saliendo desde las clases medias y de las de ingresos bajos.
Para resumir lo que está detrás del eufemístico sinceramiento, cabe mencionar: una fortísima depreciación de la moneda, la casi total desregulación de las transacciones en divisas y del comercio exterior, la reducción o eliminación de las retenciones y la disminución de los subsidios estatales a las tarifas de servicios públicos, entre las más importantes.
Repasemos algunas de estas transferencias.
El gobierno es resistente a bajar el impuesto a las ganancias a los trabajadores, y lo sustenta en que hay que cuidar los ingresos fiscales. Sin embargo, produjo la eliminación y reducción de las retenciones focalizadas en los sectores concentrados de la agricultura, justificada porque «se fomenta la competitividad». Es el habitual doble discurso: con la eliminación de las retenciones el gobierno cumple con las promesas de campaña; con el impuesto a las ganancias a los trabajadores, las ignora.
Otro tema principal es el aumento de tarifas de la energía, en especial del gas. La novedad es que el gobierno decidió dolarizarlas: se espera que aumenten un 31% en dólares en cada semestre hasta llegar a un precio de 6,75 dólares el millón de BTU para las productoras, cuando en el mundo este valor de producción oscila entre los 2.5 a 3 dólares. De esta forma, según lo programado por el gobierno nacional, los usuarios deberán pagar el aumento de los costos por la devaluación –debido a la dolarización de las tarifas–, el incremento de los ingresos de los productores a valores que duplican los internacionales, y la reducción de los subsidios. El aumento promedio del 203% en las tarifas del gas para los hogares es solo el primer paso. Un esfuerzo monumental que se sentirá en los bolsillos de los trabajadores, y repercutirá en la debilidad del consumo interno.
Para peor, los aumentos serán mayores para los usuarios de menor consumo de gas. ¿La razón? Hasta ahora estos venían pagando, por unidad, una quinta parte de lo que pagaban los usuarios de mayor consumo. Y la idea es que en 2019 todos pagarán igualitariamente por cada BTU consumido de gas, ya sea el que labura noche y día como un buey, como el que vive de los otros, al decir de Discépolo.
En este punto no puede obviarse que las empresas soportarán aumentos del gas de 500% en promedio, lo cual pondrá en grandes apuros a muchas pymes y empresas de la economía social y solidaria. Ni hablar del impacto que tendrá sobre los precios.
Para consolidar estas transferencias regresivas, el presidente Macri sostiene que las paritarias no deberían abrirse «porque la inflación está bajando». Continuar con esta política significa consolidar la pérdida del poder adquisitivo de los salarios por la inflación pasada, calculada entre un 8% al 10%. Una mala noticia para los trabajadores, pero muy buena para los grandes empresarios que participaron del llamado en forma poco modesta, «Mini Davos». Estos CEO sostienen que para invertir necesitan seguridad jurídica: una definición muy amplia, pero que principalmente significa producir una fuerte flexibilización laboral con baja de salarios reales.
Con estas políticas de distribución regresiva del ingreso, solo Copperfield podría revitalizar la economía o llegar a la pobreza cero, objetivo mencionado incansablemente por el presidente Macri y sus funcionarios.