22 de agosto de 2023
Con el estallido de la tecnología digital como telón de fondo, el tradicional género periodístico actualiza sus métodos para conquistar a la audiencia actual.
Mano a mano. La nota de Leiva a Bizarrap en Caja Negra, el ciclo de internet por el que suelen pasar figuras de la música, la cultura y las redes.
Al igual que múltiples ámbitos de la existencia, la digitalización se ha fusionado con la práctica periodística al punto tal que cuesta imaginar dicha profesión sin el uso de internet como un archivo infinito o de las diversas aplicaciones de videollamadas y mensajería para contactar fuentes. «Es necesario establecer una conversación que nos obligue a pensar qué nos estamos perdiendo al virtualizar casi enteramente nuestro trabajo y cómo podemos estar sesgando la mirada de un modo que ni siquiera notamos», escribió la periodista e investigadora Natalí Schejtman en el libro colectivo Periodismo, instrucciones de uso.
En este entramado, es curioso cómo un género clásico como la entrevista se ha revitalizado y goza de buena salud. En parte por el abrigo de plataformas audiovisuales de streaming, como YouTube y Twitch, y también quizás como un resabio de los diálogos mediatizados durante el aislamiento pandémico, ciclos como El método Rebord y Caja Negra han acaparado la atención de la opinión pública. Estos acumularon cientos de miles de views gracias a una fórmula clásica: dos personas conversando.
Victoria De Masi es periodista, trabajó en Clarín y hoy es parte de la redacción de elDiarioAR. Allí sus entrevistas conjugan rigor periodístico con una prosa cuidada y espacio para que el entrevistado se explaye sin necesidad de una asfixia innecesaria. En diálogo con Acción, cuenta respecto al tema: «Me resulta llamativo que haya tanta audiencia dispuesta a la escucha del otro, como si se hubiese puesto en valor la conversación entre dos. Creo que la pandemia operó en ese sentido: tuvimos tiempo y disponibilidad para oír lo que otro tenía para decir».
Diálogo abierto
La entrevista periodística, intimidades de la conversación pública fue un libro determinante para muchos estudiantes de periodismo y comunicación dispuestos a agudizar sus facultades para el diálogo. Su autor es el periodista Jorge Halperín, de amplia trayectoria en radio y gráfica. «Busqué que no tuviera la cosa tediosa de un manual sino un diálogo ameno con los lectores. Al hacerlo, descubrí cuánto me gusta contar historias», explica. Sobre las entrevistas actuales, observa muchas más en paneles televisivos en lugar de diálogos mano a mano. Además, señala un matiz político: «Creo que un factor fundamental de los últimos tiempos es la grieta. En las entrevistas se da lugar a relatos sesgados».
De Masi destaca que los diálogos interpersonales «le ponen un freno al panelista. También me llama la atención, pero esto ha sucedido siempre, el entrevistado que está al servicio del entrevistador. Se puede hacer una nota que interpele al otro sin que sea de batalla». Sobre los formatos audiovisuales o podcasts observación que «obligan a quien pregunta, que no siempre es un periodista que hace entrevistas, a ser moderno, a ser obviamente expresivo, lo que anula la pregunta por asalto. Es la entrevista performance que viene con el riesgo de dejar en segundo plano a quien importa, que es el entrevistado».
Julio Leiva es uno de los protagonistas ineludibles de la entrevista contemporánea. Su ciclo Caja Negra, emitido por Filo News a través de diferentes plataformas digitales, lleva más de 160 emisiones con diversos personajes de la política, la música, la cultura y las redes sociales. La entrevista más vista fue la de L-Gante con 6,3 millones de reproducciones en YouTube. «Desde que estudié, nos enseñaron a hacer entrevistas de determinada manera», le dice a Acción. «Algunas cosas siempre me hicieron ruido y con Caja Negra entendí que a la gente también le pasaba. Si bien uno elige sus propias formas, también tiene que darle importancia a quienes consumen tu contenido. Cuando vi que me permitían no hacer esas preguntas que me resultaban incómodas, dejé de hacerlas. Por ese lado veo un cambio. Creo que todavía se sigue estudiando con manuales y formas del diario en papel. Esto nos obliga a repensarnos y actualizarnos».
¿Las nuevas tecnologías están cambiando las formas de hacer entrevistas? Halperín opina que no, aunque podrían agilizar la labor. «En todo caso facilitan el trabajo a distancia, pero ya existían el teléfono, las imágenes grabadas. La biblioteca universal que imaginó Borges, internet, es una herramienta extraordinaria para quienes quieran trabajar la entrevista en profundidad», apunta.
Los preceptos básicos que regulan la buena conversación parecerían resistir ante el sismo digital. De Masi aporta algunas claves para lograr una buena entrevista: «No temo preguntar sobre asuntos que pueden ser delicados para el entrevistado, porque al cabo son esos asuntos los que generan interés. Me gusta repreguntar aunque conduzca a un callejón sin salida. También es central llegar a la entrevista con mucha información sobre la persona y sobre todo un punto de vista. Valen, incluso, puntos de vista cargados de prejuicios».
Halperín también aporta su decálogo para el arte de entrevistar: «El periodista debe conocer al sujeto y al tema sobre el cual va a conversar. También tener muy claro por qué se eligió a ese personaje y qué plan hay para ese diálogo. Otro factor central es la empatía, ser capaz de dialogar, de provocar en el otro el interés suficiente como para que sea generoso en sus respuestas. Al mismo tiempo, tener reflejos para saber cuándo y cómo repreguntar».
Desde Oriana Fallaci pasando por María Esther Gilio, Hugo Guerrero Marthineitz o Jesús Quintero, diferentes estilos y formatos han marcado a fuego el arte de la conversación y, en plena era digital, parecen estar en proceso de mutación constante.